
En medio del silencio,
con las rodillas en el suelo
frente a una hermosa luz que ilumina como ninguna,
escucho tu tierna voz diciendo : "Ven a mi".
Es en ese preciso instante
cuando mi corazón palpita aceleradamente sin saber que hacer.
Ojos iluminando alegría y
una sonrisa perfectamente dibujada en mi rostro.
No vale negarlo, no vale dudarlo.
Eres tú el responsable de tal felicidad.
Eres tú, Señor !
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