
A partir del 17 de Abril formé parte del Voluntariado Magis Cerro Japón. Cabe recalcar que previo a ello yo no tenía si quiera la menor idea de que consistía. Sin embargo, cuando llegué hacia las faldas del cerro y miré hacia el cielo, me di cuenta que este no era más que el inicio de una gran aventura.
Mi ingenuidad fue atrevida y me hizo pensar que no debíamos caminar tanto, pero la verdad es que la travesía empezaba dando pasos firmes hasta llegar a la cima de ese gran cerro. No fue nada fácil, pues subir cerros no es parte de mi vida cotidiana y debo admitir que me traslado de un lugar a otro mediante un transporte público. Por esta razón, siempre era yo una de las últimas en llegar.
A pesar de tanto esfuerzo y cansancio, se extendían delante de mí muchas manos generosas de quienes son hoy mis nuevos amigos. Era un verdadero trabajo en equipo. Todos uníamos las pocas fuerzas que nos quedaban para llegar a la meta juntos. Después de una larga caminata no había mayor recompensa que poder apreciar ese brillo maravilloso que brotaban de aquellos ojos de los niños de Cerro Japón quienes además nos recibían con una tierna sonrisa perfectamente dibujada en sus rostros. Era ese el momento preciso para retomar la alegría y regalársela a los pequeños.
Aparentemente no era esencial identificarnos porque para esos niños nosotros ya formábamos parte de su familia.
Por otro lado, no puedo obviar la cruda realidad en la que ellos viven. Ausencia de todo lo que para mí es indispensable y para ellos es un deseo adquirir. Diferencia abismal de tipo de vida la cual, felizmente, me tocó experimentar los domingos con mis compañeros de Magis Cerro Japón.
Sinceramente siento que he crecido por haber conocido la existencia de este lugar que lleva cargado tantas dificultades por superar. Así mismo, tuve la oportunidad de conocer cómo es que se vive la verdadera alegría. Y es así como nosotros debemos vivir, siempre alegres. Ahora tengo una razón más por la cual perseverar: el bienestar de aquellos niños y muchos que viven como ellos.
Quiero ver realizados en un futuro a los pequeños juguetones. Que su realidad deje de ser esa y cambie su perspectiva de vida. Debo rescatar que es preciso educarme para educar, recibir para dar, alegrarme para alegrar y amar en todo momento y todo lugar.
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